El
gobierno devaluó 23% en enero y alejó los fantasmas de una crisis cambiaria.
Sin embargo, como anticipamos en su momento, el pass-through a precios fue alto
y rápido. Como resultado, la ganancia competitividad-precio de la devaluación
ya se evaporó. Nuevamente es la recesión la que actúa como mecanismo
restaurador del equilibrio cambiario, con la consecuente pérdida del poder de
compra de los salarios. Para que no se profundice la caída en el nivel de
actividad el gobierno hace meses que viene haciendo los deberes para poder
volver a endeudarse, aunque ahora todo quede en manos del Juez Griesa.
A
partir de la devaluación y bajo el mando de Fábrega el Banco Central tuvo un
giro ortodoxo. El salto en el tipo de cambió se acompañó con un aumento en las
tasas de interés. Las letras que coloca el BCRA ( LEBAC) a tres meses ofrecen
un retorno de 27% mientras a principios de enero devengaban 16%. La suba de
tasas junto con un tipo de cambio anclado en $8, descomprimieron la demanda de
dólares permitiendo que el BCRA aproveche los meses de mayor liquidación sojera
para recomponer las reservas. La colocación de deuda de YPF y el ingreso de
inversiones para Vaca Muerta (Chevron principalmente) también ayudó a aumentar
la oferta de dólares. El Banco Central entre febrero y junio compró USD 6.300
M, lo mismo que había vendido entre octubre de 2013 y enero de este año. En
consecuencia, las reservas volvieron a crecer después de tocar un piso de
26.900 M en marzo y ya se encuentran en USD 29.500 M. Para la segunda mitad del
año el panorama es menos alentador; a la menor liquidación de soja se suman las
mayores importaciones de energía. El único aliciente es la menor demanda en el
resto de los sectores producto de la recesión.
Pero
el ajuste ortodoxo no logró frenar las suba de precios. Después de más de siete
años de inflación por encima de 20% la economía tiene muy desarrollados los
mecanismos de indexación. La inflación se ubicó por encima de 5% mensual en enero
y febrero y si bien se desaceleró en los últimos meses hasta llegar a 2% en
junio, los precios siguen creciendo a tasas superiores a las del año pasado.
Durante los primeros seis meses los mayores aumentos se registraron en
indumentaria, transporte y servicios básicos. Los alimentos subieron fuerte en
enero y febrero pero después el ritmo de suba se moderó. Si bien la inflación
no se espiralizó se encuentra en niveles muy elevados; para junio estimamos
rondará 3% como consecuencia de los aumentos en transporte, servicios de salud
y el impacto del receso invernal.
La
combinación de un tipo de cambio fijo e inflación creciente desintegró la
ganancia de competitividad de principios de año. Si bien el fortalecimiento del
dólar y la apreciación de 7% del Real Brasilero ayudaron a aminorar el impacto,
el fuerte aumento en la inflación fue determinante.
La
devaluación de enero lejos estuvo de responder a un plan económico, fue la
última carta del equipo económico para evitar una crisis cambiaria. En
consecuencia, relajó sólo momentáneamente la restricción externa. El gobierno
lo sabe y es por eso que busca destrabar el conflicto con los holdouts cuanto
antes y acelerar el ingreso de dólares que permita moderar la recesión. Pero
sin resolver problemas centrales como la inflación y los desequilibrios en las
cuentas públicas, la nueva deuda solo dará un alivio transitorio.

FUENTE:http://www.ambito.com/economia/informes_economicos/
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