El blue no es más que el reflejo de problemas más profundos
Gerente de desarrollo de Negocios
De no darse una respuesta integral a los frentes abiertos, los pesos seguirán sobrando y no habrá esquema cambiario alguno que actúe como solución mágica. Pero una estrategia integral y coherente para estos problemas es en realidad la solución al atraso cambiario, lo que no podrá atacarse, a su vez, sin un plan anti-inflacionario.
12 de Abr | Blue como un espejo de los problemas macro
Otra vez domina el sentimiento de que hay pocos dólares para las transacciones necesarias para la economía argentina, incluso limitadas por el cepo. O, lo que es la contracara, que sobran pesos. La gente vuelve a tener la sensación de que el dólar está barato, y se vuelca a comprar divisas en todas las ventanillas que aún tiene disponible (blue, contado con liquidación, turismo).
La solución a esta cuestión es atacar la elevada inflación, causa primera del atraso cambiario. Si en lugar de dar una respuesta integral a este problema se sigue intentando tapar de a uno los “agujeros” que le van apareciendo al corset del cepo cambiario, y que seguirán surgiendo sin aviso de continuar en este rumbo, en algún momento no alcanzarán las manos disponibles. Con todos los riesgos que un escenario como ese tiene aparejados.
No hay una solución mágica. Desde hace varias semanas ronda la idea de un desdoblamiento cambiario. O una formalización del ya vigente en la práctica. Pero ni este ni ningún esquema de política cambiaria va a dar un corte a este tema sin atacar la raíz. Y el problema central es el exceso de oferta de pesos. Cuando el común de la gente se quiere deshacer de los pesos que tiene en el bolsillo porque siente que pierden valor, compra bienes para ganarle a la inflación o dólares para ganarle a la devaluación. Desde 2012 ganó todavía más espacio la segunda opción. Y por eso la brecha creció, ya que no es más que el espejo donde se refleja el sobrante de pesos. Y lo seguirá haciendo de no cambiarse radicalmente los factores que están detrás del problema.
¿Cómo podemos medir el sobrante de pesos? Hay muchas maneras de hacerlo. Una opción, quizás no muy sofisticada pero sí muy intuitiva y fácil de entender y seguir, es considerar el tipo de cambio implícito que surge del ratio entre alguna medida de la cantidad de dinero que hay en la economía y las reservas del Banco Central. Esto es, a qué precio podrían cambiarse todos estos pesos por dólares. Si se encuentra muy disociado del tipo de cambio oficial, entonces habría un problema (tanto por encima como por debajo).
Una buena medida del “poder de fuego” del BCRA para hacer frente a una posible corrida contra el peso es considerar la relación entre las reservas y la base monetaria (circulación monetaria + encajes), ajustada por los pases netos del BCRA y restando los redescuentos a los bancos (podría sumarse también el stock de LEBACs y NOBACs en circulación. Pero este stock no es tan líquido como los otros, por lo que creemos que es mejor dejarlo de lado).
El tipo de cambio blue se ha movido siempre en línea con este ratio. Lo que parece lógico, considerando que, como se dijo más arriba en esta nota, la brecha no hace más que reflejar justamente el exceso de pesos en la economía. Así, mientras que este cociente siga creciendo, la presión sobre el tipo de cambio blue seguirá vigente, y estaremos expuestos a comportamientos volátiles como los de estos días.
¿Qué es lo que determina la evolución del ratio? Por detrás de este concepto, tenemos dos de los problemas centrales de la política económica. Por un lado, poder controlar el incremento del numerador, es decir, la emisión de pesos. En un escenario donde la dominancia fiscal sobre la política monetaria es la regla, el objetivo luce como de muy difícil alcance. Sin una solución al tema fiscal, no habrá posibilidad de poner fin al sobrante de pesos en la economía. Por el otro lado, es necesario poder controlar la evolución de las reservas internacionales. Y ahí entran en juego cuestiones como el comercio exterior, el turismo, la inversión extranjera directa y la fuga de capitales. Pero también nuevamente la cuestión fiscal, ya que la decisión de no acudir al financiamiento externo (a esta altura una decisión meramente política, ya que hay opciones para resolver el impedimento que rige actualmente) y pagar con recursos propios ha puesto una presión extra no menor sobre el balance del BCRA.
De no darse una respuesta integral en estos frentes, los pesos seguirán sobrando y no habrá esquema cambiario alguno que actúe como solución mágica. Pero una estrategia integral y coherente para estos problemas es en realidad la solución al atraso cambiario, lo que no podrá atacarse, a su vez, sin un plan anti-inflacionario.
La solución a esta cuestión es atacar la elevada inflación, causa primera del atraso cambiario. Si en lugar de dar una respuesta integral a este problema se sigue intentando tapar de a uno los “agujeros” que le van apareciendo al corset del cepo cambiario, y que seguirán surgiendo sin aviso de continuar en este rumbo, en algún momento no alcanzarán las manos disponibles. Con todos los riesgos que un escenario como ese tiene aparejados.
No hay una solución mágica. Desde hace varias semanas ronda la idea de un desdoblamiento cambiario. O una formalización del ya vigente en la práctica. Pero ni este ni ningún esquema de política cambiaria va a dar un corte a este tema sin atacar la raíz. Y el problema central es el exceso de oferta de pesos. Cuando el común de la gente se quiere deshacer de los pesos que tiene en el bolsillo porque siente que pierden valor, compra bienes para ganarle a la inflación o dólares para ganarle a la devaluación. Desde 2012 ganó todavía más espacio la segunda opción. Y por eso la brecha creció, ya que no es más que el espejo donde se refleja el sobrante de pesos. Y lo seguirá haciendo de no cambiarse radicalmente los factores que están detrás del problema.
¿Cómo podemos medir el sobrante de pesos? Hay muchas maneras de hacerlo. Una opción, quizás no muy sofisticada pero sí muy intuitiva y fácil de entender y seguir, es considerar el tipo de cambio implícito que surge del ratio entre alguna medida de la cantidad de dinero que hay en la economía y las reservas del Banco Central. Esto es, a qué precio podrían cambiarse todos estos pesos por dólares. Si se encuentra muy disociado del tipo de cambio oficial, entonces habría un problema (tanto por encima como por debajo).
Una buena medida del “poder de fuego” del BCRA para hacer frente a una posible corrida contra el peso es considerar la relación entre las reservas y la base monetaria (circulación monetaria + encajes), ajustada por los pases netos del BCRA y restando los redescuentos a los bancos (podría sumarse también el stock de LEBACs y NOBACs en circulación. Pero este stock no es tan líquido como los otros, por lo que creemos que es mejor dejarlo de lado).
El tipo de cambio blue se ha movido siempre en línea con este ratio. Lo que parece lógico, considerando que, como se dijo más arriba en esta nota, la brecha no hace más que reflejar justamente el exceso de pesos en la economía. Así, mientras que este cociente siga creciendo, la presión sobre el tipo de cambio blue seguirá vigente, y estaremos expuestos a comportamientos volátiles como los de estos días.
¿Qué es lo que determina la evolución del ratio? Por detrás de este concepto, tenemos dos de los problemas centrales de la política económica. Por un lado, poder controlar el incremento del numerador, es decir, la emisión de pesos. En un escenario donde la dominancia fiscal sobre la política monetaria es la regla, el objetivo luce como de muy difícil alcance. Sin una solución al tema fiscal, no habrá posibilidad de poner fin al sobrante de pesos en la economía. Por el otro lado, es necesario poder controlar la evolución de las reservas internacionales. Y ahí entran en juego cuestiones como el comercio exterior, el turismo, la inversión extranjera directa y la fuga de capitales. Pero también nuevamente la cuestión fiscal, ya que la decisión de no acudir al financiamiento externo (a esta altura una decisión meramente política, ya que hay opciones para resolver el impedimento que rige actualmente) y pagar con recursos propios ha puesto una presión extra no menor sobre el balance del BCRA.
De no darse una respuesta integral en estos frentes, los pesos seguirán sobrando y no habrá esquema cambiario alguno que actúe como solución mágica. Pero una estrategia integral y coherente para estos problemas es en realidad la solución al atraso cambiario, lo que no podrá atacarse, a su vez, sin un plan anti-inflacionario.
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